Vuelves, caminante de suspiros,
olvidado,
abatido,
fusilado por balas carmesíes.
Una vez más, las bayonetas no tuvieron piedad contigo.
Vuelves, condenado ermitaño,
desterrado,
expulsado hacia los Montes del Calvario,
donde la soledad aúlla
desde el fondo de los barrancos,
donde alimentas, sin remediarlo,
un abismo
de películas que jamás se rodaron,
de actrices y guiones idealizados.
El resultado de los pensamientos de un fracasado.
Vuelves, segador de ilusiones,
esperanzado,
anhelado
por sembrar tierras yermas en las que no nacerán frutos,
en las que serás un nuevo blanco.
Ya huele a pólvora.
JM González Vera